La foto de la montaña de cráneos de bisonte que revela una infame historia de EE. UU.

Biblioteca Pública de Detroit

Dos hombres con trajes negros y sombreros posan sobre un elevado montículo de cráneos de bisonte desafiando la gravedad. Esta imagen del siglo XIX resulta inquietante: miles y miles de cráneos apilados en filas ordenadas, elevándose hacia el cielo.

Pero debajo de la macabra primera impresión, la foto esconde un secreto. Estos cráneos no son solo el producto de la caza excesiva en EE. UU., y esos hombres tampoco son cazadores.

Los cráneos, dicen los expertos, son la evidencia de una campaña organizada y cuidadosamente calculada para erradicar el bisonte, privar a los nativos americanos de un recurso vital y obligar a las pocas comunidades que sobrevivieron a refugiarse en pequeñas reservas donde pudieran ser controladas por los colonos blancos recién llegados.

“Esta imagen es un ejemplo de la celebración colonial de la destrucción”, dice Tasha Hubbard, cineasta de la tribu nativo americana Cree, quien es profesora adjunta de la Facultad de Estudios Nativos de la Universidad de Alberta en Canadá.

Hubbard describe el exterminio del bisonte como una parte “estratégica” de la expansión colonial. La erradicación del animal “se vio como la domesticación del oeste, esa tierra salvaje que se necesitaba para la expansión de los asentamientos”.

La matanza masiva colonial de bisontes asestó un golpe duradero a las tribus que dependían del animal para su sustento.

Después de eso, las naciones que dependían del bisonte tuvieron un desempeño peor que las naciones que nunca dependieron del bisonte.

Por ejemplo, sufrieron una mortalidad infantil más alta que esas otras naciones, según un estudio comparativo. El estudio concluye que la pérdida puso a las naciones bisontes en una trayectoria fundamentalmente diferente que continúa hasta el día de hoy.

Pies negros, indios de las llanuras, escena de la caza del búfalo.

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Los nativos americanos consumían la carne del bisonte, y luego se secaba para el invierno; la piel se utilizaba para la cubierta del tipi y para la ropa.

Los nativos americanos habían cazado bisontes durante siglos. Para las naciones bisonteras, era parte de su cultura principalmente nómada y los animales les proporcionaban un sustento vital: carne para alimentarse, pieles para refugiarse y vestirse, y huesos para herramientas.

En el lenguaje común y en las fuentes históricas, a los animales se los suele llamar búfalos, ya que así los llamaban los primeros colonos, aunque en realidad son dos cosas diferentes.

Los pueblos indígenas de toda América del Norte dependían de este animal, dice Hubbard. “Por lo tanto, eliminar esa especie clave era utilizar la hambruna como arma contra los pueblos indígenas: debilitarnos para controlarnos y expulsarnos de nuestros territorios”.

A pesar de la utilidad de los bisontes, se calcula que los cazadores nativos americanos capturaban menos de 100.000 al año, lo que apenas afectaba a la población de principios del siglo XIX, que era de entre 30 y 60 millones de bisontes.

El 1 de enero de 1889, solo quedaban 456 bisontes de raza pura en Estados Unidos, y 256 de ellos estaban en cautiverio, protegidos en el Parque Nacional de Yellowstone y en un puñado de otros santuarios.

Un hombre sentado sobre cientos de pieles de bisonte en una foto del siglo XIX.

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Uno de los factores que influyó en la matanza de bisontes, fue la industrialización del procesamiento de pieles.

Las razones de la matanza

Las razones de la matanza masiva de bisontes son numerosas: entre ellas, la construcción de tres líneas ferroviarias que atravesaban las áreas más pobladas de bisontes, generando una nueva demanda de piel y carne de este animal; los rifles modernos que hicieron que matar bisontes fuera relativamente fácil; la falta de medidas de protección que podrían haber frenado la caza.

Pero también hubo razones más siniestras y específicas para el declive de los animales que el simple aumento de la demanda de productos de bisonte. E incluso la necesidad -aparentemente práctica- que los colonos tenían de carne y piel de bisonte estaba finalmente entrelazada con la colonización y la conquista, dicen los historiadores.

“El deseo de riqueza y poder en forma de propiedad de la tierra, esclavitud, el afán de crecimiento y beneficio sin fin y la mercantilización de los recursos naturales es la razón de la intensa caza excesiva de bisontes y los ataques políticos y físicos a la nacionalidad indígena y su humanidad durante cinco siglos”, dice Bethany Hughes, miembro de la Nación Choctaw de Oklahoma y profesora adjunta en el departamento de estudios nativos americanos de la Universidad de Michigan.

Cuando se terminó la construcción del Ferrocarril Transcontinental en 1869, se aceleró la aniquilación de la especie.

En 1871, una curtiduría de Pensilvania desarrolló un método para convertir las pieles de bisonte en cuero comercial. Enjambres de cazadores de pieles diezmaron las manadas de las llanuras centrales con una “rapidez impactante”, según un estudio.

La infame imagen de los cráneos de bisonte fue tomada en Michigan Carbon Works, una refinería que procesaba huesos. Allí, los huesos de bisonte se procesaban para obtener carbón que la industria azucarera utilizaba para filtrar y purificar el azúcar; los huesos también se usaban como pegamento y fertilizante.

“Esta fotografía registra un negocio notablemente exitoso que se construyó sobre el desperdicio creado por la expansión del oeste estadounidense y las lógicas raciales de inferioridad de los nativos americanos que la acompañaron”, dice Hughes.

Cadáveres de bisontes sobre un campo nevado

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A partir de la segunda mitad del siglo XIX, era común ver miles de cadáveres de bisontes regados por las praderas de EE.UU.

“El colonialismo y el capitalismo van de la mano”, añade Hughes. “Beneficiarse de y fomentar el tipo de éxito económico que esta empresa tuvo procesando huesos de bisonte -que eran el subproducto de las tácticas a veces violentas de la expansión colonial de los colonos estadounidenses- era beneficiarse de y participar en proyectos coloniales que despojaron a los pueblos indígenas de su tierra, nacionalidad y cultura.

“Esta foto no es un recordatorio de los daños del pasado colonial. Es una crítica a las prácticas de consumo comercial que oscurecen las condiciones materiales y éticas que hacen que los lujos como el azúcar refinado estén fácilmente disponibles y parezcan benignos”.

Matar bisontes también era parte de las campañas militares que utilizaban la privación de recursos como una maniobra táctica.

Un cazador con arma de fuego -montado en un caballo- se enfrenta a un bisonte, mientras en el fondo se ven los cadáveres de varios bisontes en el piso.

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El uso de las armas de fuego hizo que la caza de bisontes pasara de ser una actividad artesanal, a una gran industria comercial.

Estrategia militar

Está bien documentado que los oficiales del ejército occidental enviaron soldados a matar bisontes como una forma de agotar los recursos de los nativos americanos durante la colonización de los EE. UU.

Un análisis del historiador Robert Wooster en su libro The Military and United States Indian Policy (Los militares y la política india de EE.UU.) reconoce que el general Phillip Sheridan, un oficial del ejército responsable de la estrategia de “guerra total” contra las tribus de las llanuras del sur, “reconoció que eliminar a los búfalos podría ser la mejor manera de obligar a los indios a cambiar sus hábitos nómadas”.

“Es un hecho bien conocido que un ejército que pierde su base de suministros se coloca en una gran desventaja… para una paz duradera, dejémosles a los cazadores matar, despellejar y vender hasta que los búfalos sean exterminados”.

En 1868, Sheridan escribió en una carta a un general colega: “La mejor manera de que el gobierno se ocupe de las tribus es empobrecerlas destruyendo su ganado y luego asentarlas en las tierras que les han sido asignadas”.

Otro oficial del ejército, el teniente coronel Dodge, le dijo a un cazador: “¡Maten a todos los búfalos que puedan! Cada búfalo muerto es un indio que se va”.

Las tribus indígenas americanas sabían lo que estaba pasando.

Satanta, jefe de la tribu Kiowas, en las Grandes Llanuras, reconoció que “destruir al búfalo significaba la destrucción del indio”, como recordó Billy Dixon, un cazador de bisontes y hombre de la frontera de Texas, en su autobiografía.

“El general Phil Sheridan, para someter y conquistar a las tribus de las Llanuras para siempre, instó y practicó precisamente lo que Satanta temía que pudiera suceder”, añadió Dixon.

Bisontes corren libres por una pradera

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En algún punto de la historia, las praderas de EEUU y Canada las habitaban entre 30 y 60 millones de bisontes.

Privar a los nativos americanos de sus bisontes significó que se vieron obligados a trasladarse a las nuevas reservas que el ejército occidental había establecido para ellos, con el fin de cultivar alimentos para sobrevivir.

Las tácticas del ejército funcionaron. Los miembros de la tribu Kiowa fueron posteriormente obligados a trasladarse a una reserva en Oklahoma.

En una generación, la altura media de los nativos americanos que habían dependido en gran medida de los bisontes y que por tanto fueron los más afectados por la matanza se redujo en 2,5 cm.

A principios del siglo XX, la mortalidad infantil era un 16% más alta y el ingreso per cápita entre las naciones de bisontes sigue siendo un 25% más bajo en comparación con las naciones que no dependían tanto de los bisontes.

Sin embargo, a lo largo de los años ha habido cierto debate sobre la matanza. ¿Cómo pudieron los cazadores matar entre 30 y 60 millones de animales?

Esa fue la pregunta planteada por un estudio de 2018 que ofreció una epidemia de enfermedades como respuesta. En ese momento, dos enfermedades que había en el país –el ántrax en Nebraska y la fiebre por garrapatas de Texas en Montana– habrían sido “suficientemente letales como para acabar con decenas de millones de animales”, señala el estudio.

Dos bisontes pastando.

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A pesar de los esfuerzos por proteger al bisonte americano, su población nunca regresó a los niveles de antaño.

“Un problema actual”

Independientemente de la causa, las poblaciones de bisontes nunca se recuperaron por completo y la especie sigue estando catalogada como casi amenazada.

Pero en los últimos años se han hecho esfuerzos para traer de vuelta a los bisontes a las Grandes Llanuras, ya que son increíblemente importantes para el ecosistema de las praderas.

En la Ley de Reducción de la Inflación de 2023 del gobierno de EE. UU., se prometieron US$25 millones para restaurar la población de bisontes en todo el país.

El mensaje que se esconde tras la impactante imagen de la montaña de cráneos de bisonte se ha perdido con el tiempo, añade Hughes, que afirma que la imagen transmite un mensaje simplista que permite a los espectadores sentir tristeza por el pasado, pero no les obliga a enfrentarse a “las formas en que los sistemas coloniales y capitalistas siguen influyendo negativamente en nuestro medio ambiente y nuestras vidas”.

“Más que eso, esta foto señala que los consumidores de productos son el motor que impulsa la máquina colonial”.

“Si deshumanizas a otra persona u objetivas a un ser vivo como un ‘recurso natural’, has revelado tu propia falta de humanidad y una incomprensión de lo que significa vivir en relación con el mundo que te rodea”, afirma Hughes.

“Es un mensaje importante que hay que compartir con el público porque se trata de un problema actual, no histórico”.

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BBC

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